sábado, 8 de diciembre de 2007

El misterio del chimpancé listo

Hace poco ha saltado a los medios la noticia de que los chimpancés (los jóvenes, especificaron) pueden tener una memoria fotográfica o visual mucho más desarrollada que la nuestra, y me parece muy bien que lancen estos mensajes. Deberían lanzarlos más a menudo porque da la casualidad de que nos creemos los más fuertes, más altos, más listos, más esforzados... en fín, que nos miramos constantemente en esos deportistas que representan lo más de lo más y nos creemos que podemos correr a 37 Km/h como Asafa Powell y sin doparnos, o como el increíble Michel Johnson en los 400m lisos, a 33 Km/h. También creemos saltar 2,45 como el cubano Sotomayor, u 8,95m como Mike Powell. Igualmente nos reflejamos en los 6,14 de Sergei Bubka... bueno, en fin, que tenemos un autoconcepto bastante alto. Y en parte tenemos razón: somos capaces de cambiar el clima de un planeta, de extinguir especies enteras, etc. Eso no lo haría un león, por ejemplo.

Sin embargo no podemos olvidarnos de que sin nuestra coraza tecnológica no somos nada: un guepardo corre a más de 100 Km/h, pero es que un enorme y pesado elefante corre más que Asafa Powell y por tanto más que cualquier humano. El fiel amigo perro tiene un olfato 20 veces más potente que el humano, pero es que el bendito cerdo (sobre todo el ibérico, lo de bendito) huele aún con más eficacia. Un tigre puede saltar cinco metros en altura para cazar una presa, avergüénzate mi negro Sotomayor. Y por fin todo el mundo conoce la inmensa fortaleza de la pulga circense o el escarabajo goliat, que puede doblar una llave puesta en su espalda.

¿Qué especie de despojo de la evolución somos entonces? Ahí estoy de acuerdo con Mulán, ¿ves?: respeta al hermano árbol y al hermano castor, y a la madre Tierra ya que te pones.

Nos hacemos mal porque no sabemos quiénes somos ni lo que hacemos aquí. Ya lo dijo Marlow. En nuestras pirámides de Marlow individuales nos falta la autorealización y el reconocimiento, por no hablar de las pirámides de nuestras respectivas sociedades.

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